Así que, una mañana, cogimos nuestro coche y nos pusimos rumbo al Lac de Fabréges, donde encontraríamos dicho tren.
Por el camino, pudimos parar en algunos rincones para fotografiar los maravillosos caminos que se abrían a nuestro paso.
Antes de comenzar con el recorrido en tren, os contaré un poco su historia.
En 1924, la búsqueda de nuevas fuentes de energía, hizo que la Compagnie de Chemins de Fer del Midi, se pusiese en marcha para construir una presa, que les permitiría crear nuevas reservas de agua y canalizaciones que comunicaran los lagos de gran altura, con las centrales eléctricas del Valle de Ossau.
Para hacer la presa sobre el lago de Artouste, era necesario la creacion de una via férrea que pudiese trasladar hombres, víveres, combustible y materiales.
Y así nació el Petit Train d'Artouste. Tras las obras de la presa, se empezó a explotar el turismo de montaña, y el tren sirvió como un atractivo más para los turistas. Es el tercero más alto del Europa, despues del Tramway du Montblanc (Francia) y del Jungfraujoch (Suiza).
Y entendiendo un poco más el porqué está el tren allí arriba y para que se utilizaba, fuimos en búsqueda de esas maravillosas estampas que habíamos visto en fotos.
Cogimos el funicular, que en unos 10 minutos nos dejó en la estación. Allí teníamos que esperar a que viniese el tren, y como hacía un frio que pelaba, y nosotros con manga corta y una fina chaqueta, nos metimos en un bar que había y nos tomamos algo calentito.
Vimos que el tren estaba llegando, así que fuimos al encuentro para montarnos. Nada más arrancar nos metemos en un túnel, el de Ours, de 314 metros de longitud, y tras la oscuridad y la estrechez, nos encontramos con este bello paisaje.
El recorrido, de unos 10 kilómetros, te deja imágenes preciosas, y el tiempo pasa rápido mientras vas observando todo el paisaje. Después de unos 50 minutos, llegas hasta la Presa de Artouste, con unas vistas preciosas y un lago, que si no fuese por las bajas temperaturas que allí hay, dan ganas de pegarse un baño en él.
Tras un buen rato, y notar bastante el frío en nuestro cuerpo, decidimos tomar el tren de vuelta, que hace el mismo recorrido que el de ida.
Cogimos de nuevo el funicular y volvimos a nuestros coche para regresar a casa.
Sin duda, este rincón a tanta altura es un gran desconocido, pero que si tenéis la oportunidad de visitar porque estais por la zona, no dejéis de descubrirlo, el "trenecito de juguete" os hará vivir un momento único.
3 comentarios:
Que recuerdos y qué frio!!! Eso sí, merece la pena verlo. Un beso.
¡Vamos! Un lugar precioso, pero por lo que decís hay que ir abrigadito...
Las fotos del lago me han encantado.
¡Saludos! ;)
David sin duda vivimos unos momentos preciosos que jamas olvidaremos.
Helena como bien dices, abrigaditos y mucho, allí arriba hace bastante frio. Gracias por leer el relato y seguirme.
Un beso
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