Nuestro viaje iba llegando poco a poco a su fin, tan solo nos quedaban dos paradas: Verona y Venecia.
Salimos de Innsbruck, a la que prometimos volver algún día con más tiempo, y tomamos la carretera en dirección Verona.
El
camino fue muy entretenido, y con unos paisajes de Las Dolomitas
increíbles. Esa noche tendríamos que llegar hasta Schio, donde nuestro
couchsurfer Don Giulio nos alojaría, así que teníamos toda la mañana y
toda la tarde para recorrer Verona.
Cuando
llegamos, lo primero fue dejar el coche bien aparcado, y tras bajar de
él...bofetada de calor. Era impresionante la que estaba cayendo desde
primera hora de la mañana.
Comenzamos nuestro recorrido entrando a la Piazza Bra, por el Corso
Porta Nuova. Esta entrada a la plaza se hace a través de una puerta con
arco doble, adornada con un reloj.
La
Plaza Bra es muy amplia, y tiene un color precioso. Está llena de
turistas, vendedores, restaurantes, y el magnifico Arena de Verona, un
anfiteatro romano conocido mundialmente por las obras de ópera que allí
se representan.
Nosotros
no entramos al Arena, ya que no teníamos intención de entrar a ningún
sitio, tan solo queríamos perdernos por la ciudad, y admirar sus calles,
su gente y su vida.
Rodeamos
el Arena, y comenzamos a caminar en dirección hacia la casa de Julieta.
Siento romper el encanto y el romanticismo, pero no se sabe si
realmente esta era la casa de los Capuleto, ya que tan solo es una
leyenda, a raíz del conocimiento de que aquella casa perteneció a una
familia de apellido Dal Cappello, mismo apellido que da nombre a la
calle donde está la casa. Además, el balcón que podemos admirar se
construyó en el siglo XX, así que más bien, este lugar es una leyenda
creada a partir del relato de Shakespeare sobre Romeo y Julieta, los
amantes de Verona.
Aun así, no deja de ser curioso visitar el lugar, y ver como las paredes
están llenas de chicles con nombres de enamorados, ver a la gente
subirse al balcón, y, ya que estamos, tocarle la teta a la estatua de
Julieta que allí se encuentra.
Salimos
del patio de la casa, y nos dirigimos a la Piazza delle Erbe, que se
encuentra muy cerquita. Es una plaza que nos gustó mucho, porque estaba
súper animada, con un mercadillo en el que se vendían todo tipo de
souvenirs, y los edificios que la rodean tienen un aspecto antiguo y
algo descuidado que le dan un aire muy bonito.
Justo
por detrás de esta Plaza, se encuentra la Piazza dei Signori, más
conocida como la Piazza Dante, donde podemos encontrar varios edificios
importantes a nivel histórico y artístico, como el Palazzo del Podesta o
la Iglesia de Santa Maria Antica. Además, en el centro de la plaza se
puede admirar una estatua construida en honor a Dante.
Salimos
de la plaza y nos dirigimos hacia el río, para pasear por el margen
derecho y admirar desde allí la ciudad y el precioso Ponte Scaligero.
Nuestro
destino era el Puente de Piedra, pero antes de llegar, dejamos el río a
un lado, y decidimos volver a callejear, hasta que nos topamos con el
Duomo di Verona. Allí nos sentamos frente a su fachada a descansar y
disfrutar de un delicioso "gelato".
Teníamos
muy controlado el tiempo que nos quedaba en la ciudad, así que tras
nuestro descanso, retomamos camino hacia el Puente de Piedra que estaba
muy cerquita. Toda esta zona de Verona, más alejada del centro, nos
gustó mucho, ya que había menos turismo y el paseo fue de lo más
agradable. Desde el Puente de Piedra, podemos ver el lugar que ocupa el
Teatro Romano de Verona.
Regresamos
hacia donde teníamos aparcado el coche, no sin antes hacer una última
parada en el camino para ver las famosas Tumbas de Scaliger. Se trata de
un impresionante monumento funerario gótico, ubicado al lado de la
Piazza Dante, que antes estuvimos visitando.
Ahora
si que era hora de coger nuestro coche y marcharnos a Schio, donde
Giulio nos esperaba. Schio es un pequeño pueblo del Veneto que nos
encantó. Su tranquilidad, nuestro primer spritz, un anfitrión estupendo y
una cena de cumpleaños para David, hicieron que nuestra corta estancia,
fuese uno de los momentos del viaje que a día de hoy recordamos con más
cariño.
Y así terminó nuestro día, cenando en Loris,
y cantándole a David su 26 cumpleaños, lejos de nuestra casa, de
nuestros amigos y familia, pero en un ambiente y con unas personas que
jamás olvidaremos. Nos fuimos a dormir a una hora no demasiado temprana,
pero nos daba igual, aunque tuviésemos que madrugar para ir a devolver
nuestro coche. El coche lo devolveríamos donde empezamos nuestro
recorrido, en el aeropuerto Marco Polo, en la ciudad de Venecia, lugar
que nos acogería durante 3 días para terminar de disfrutar nuestro
viaje.
Babysapito.
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